Mi yo del pasado me envía esta foto para recordarme por qué me gusta ir por el camino escarpado, y avanzar siempre por el filo de la incertidumbre, arriesgando tanto, al punto que en el mismo camino sé que puedo perder mucho.

Pero haber perdido me permitió viajar más ligero, sin tanta carga, y sobretodo me enseñó a soltar, a desprenderme un poco.

Hay cosas que vienen y van, hay que dejarlas ir, dejarlas pasar, que cumplan su ciclo. El apego es uno de los tantos hilos que el ego utiliza para manipularnos, para infundirnos miedo, y es que al ego le encanta poseer y su poder radica en saber que tiene, por eso acumula. Aunque no podemos cortar los hilos que nos unen a él, si podemos usarlos para adiestrarlo como se hace con un animal, y cambiar los papeles, incluso hacer amistad con él para ir mejorando la relación, entendiendo por ejemplo qué hay otras cosas que si se pueden acumular, ya que el ego no las puede palpar porque son intangibles para él.

Estas otras cosas no son cargas incómodas, ni estorban para llevar en camino, sin embargo, tampoco son gratis, requieren de ciertos esfuerzos como todo lo que posee un tamaño inmenso y a veces infinito.

Una de ellas es el conocimiento, que adquirimos siendo abiertos al estar dispuestos a aprender de todo con respeto y tolerancia; otra, la experiencia, que ganamos tras la continua y persistente práctica de un ejercicio que nos apasione; y por último la tranquilidad, que recibimos cuando logramos armonizar de la mejor manera con nuestro entorno, como lo hacen las notas y acordes en una canción, sin importar las circunstancias. Es cómo lograr encontrar el arreglo indicado para esa canción en cada encuentro que tenemos en nuestras vidas incluyendo el encuentro con nosotros mismos.

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