En mi recorrido profesional, si es que así lo puedo llamar, porque en la medida que avanzo me siento cada vez más amateur; puedo decir que he hecho casi de todo, y para mi es todo un privilegio notarlo por considerarme primordialmente un fan eterno de la música; con la que no tengo prejuicios y a la que le he entregado mi vida de lleno abriéndole los brazos y sobre todo la mente y el corazón.

Esta es mi cuarta producción en el género cristiano-gospel, y en esta ocasión como escritor de esta canción debo decir que dentro de todo lo que he hecho ha sido uno de los retos más difíciles que he tenido; primero porque escribir sobre Dios me parecía una cosa muy compleja, si tenemos en cuenta que el simple hecho de escribir ya nos compromete con algo y nos da una postura que puede llegar a ser bien recibida o rechazada.

Cuando me senté a pensar el tema, lo primero que se me vino a la mente eran las palabras de Carl Sagan en cosmos cuando decía que el día que los teólogos y los científicos se sentaran a charlar muchas cosas podrían cambiar en pro de la conciencia humana.

Así que imaginé desde lo mas pequeño como los átomos, los fractales y todo aquello que vive en el universo cuántico hasta las galaxias, los quasares y cosas tan incomprendidas aún como la materia oscura.

Luego, al hacer el ejercicio de observarme dentro de esta cosmo-visión fue inevitable pensar que todo está vivo incluso lo que consideramos inerte y muerto. Después, pensé que así como esta canción vive ahora, en algún momento era solo una idea que existía en mi imaginación (El mundo de las ideas de Platón); y que entonces todo lo existente tuvo que haber sido imaginado antes, incluso nosotros que tenemos conciencia y voluntad propia; así que ahí es donde aparece la entidad, el arquitecto, la genialidad; que como esta última prefiero pensar en Dios como algo más femenino, delicado, sutil e incluso vulnerable porque algo creador de vida no puede ser otra cosa; porque al imponente, castigador, indiferente y poderoso lo tuve que matar una vez como lo hizo Nietzsche para volverlo a reinventar.

Al referirme a la parábola de “son tantos tus hijos que son incontables”, quise expresarlo no desde la definición egocéntrica humana, pensando que los hijos somos nosotros, sino todo, hasta cada partícula que existe y que por ende vive. Al final mientras escribía y desarrollaba la canción como un canto de felicidad, me abordó un sentimiento de gratitud por lo que recibo, lo palpable, lo intangible e incluso lo que no percibo por estar atrapado en esta dimensión; es una sensación que me da a entender que definitivamente no somos sólo carne, porque el sentimiento es tal que se queda pequeño en nuestro cuerpo, porque nace como un calor abrazador en el pecho y se extiende como un aura que cobija al espíritu, y ahí envuelto en ese manto de agradecimiento surgió esta canción que cobra vida con la maravillosa voz de Jackson Gomez. Espero la disfruten tanto como yo haciéndola. Paz en sus corazones.

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